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STOP MIOPÍA

STOP MIOPÍA
31/10/2019

La miopía es considerada, a día de hoy, como una pandemia mundial por la  Organización Mundial de la Salud (OMS). Se estima, que en los próximos veinte años, más de la mitad de la población mundial será miope.

Hace cincuenta años, la mayor parte de los miopes tenían antecedentes de miopía en la familia y se hablaba de posibilidad de alcanzar la estabilidad refractiva en la mayoría de edad del paciente. La situación actual es distinta, existen un gran porcentaje de miopes que proceden de familias sin antecedentes previos, en donde todos o la mayoría de los adolescentes de la unidad familiar padecen este defecto refractivo y la estabilidad refractiva se ha retrasado a los 27-30 años. Se tiene constancia además, de que si bien entonces, se consideraba que el pico de edad más frecuente de aparición de este defecto refractivo era la adolescencia (alrededor de los 13 años), actualmente se diagnostica miopía en niños cada vez de menos edad.

En la última década, la miopía ha pasado a afectar al 47% de los universitarios al 62%.

Es conocida la mayor tendencia a desarrollar miopía a nivel mundial, entre los nacidos después del 2000, esa generación digital, a la que se le diagnostica miopía de forma más precoz, lo que conlleva un mayor tiempo de desarrollo refractivo y alcanzan mayores dioptrías finales. Las causas que lo explican son fundamentalmente ambientales, nada tiene que ver con el factor hereditario, como son el uso excesivo de pantallas, los mayores requerimientos visuales a los que están expuestos y la vida sedentaria.

En sí misma, la miopía es un defecto refractivo, pero a partir de las 5 dioptrías, se produce un aumento de riesgo de padecer patologías oculares, tipo glaucoma, desprendimiento de retina, lesiones maculares, cataratas, por ejemplo. Estos riesgos, no desaparecen con la cirugía refractiva de la miopía, al librarnos de esas dioptrías. Se trata de un ojo que se ha elongado y deformado por un crecimiento anómalo, aspecto que ya no es reversible, luego entonces, el riesgo de esas patologías oculares acompañará siempre a los pacientes miopes.

Estamos entonces, ante un problema de salud importante a nivel mundial, en donde es fundamental intentar poner freno a este defecto refractivo, tanto en detención precoz como en perseverar en intentos médicos que controlen la miopía una vez diagnosticada, procurando un menos aumento de dioptrías en el tiempo.

Durante décadas, los oftalmólogos no podíamos aportar más al paciente que el ajuste progresivo de sus gafas o lentillas para obtener una buena agudeza visual, realizar la exploración ocular adecuada para detectar precozmente complicaciones y alertar a sus padres sobre medidas de prevención y salud visual, reduciendo la exposición de pantallas (ningún  menor debería pasar más de 2 horas al día ante pantallas), exhortando las actividades al aire libre evitando así, una vida sedentaria, cuidando la iluminación correcta del lugar de trabajo visual y la correcta distancia a libros y pantallas,  cuidar la alimentación con una dieta rica con refuerzo de pescados (omega 3), frutas y verduras (vitaminas A y C), vegetales, huevos y frutos secos (antioxidantes).

Ante la pregunta de los padres de nuestros pacientes: ¿Se puede hacer algo para detener la evolución?, la respuesta ha sido "NO" durante décadas. Tampoco podíamos hacer una previsión personalizada para cada paciente en cuanto a total de dioptrías adquiridas en el desarrollo de su miopía.

Dada la preocupación sanitaria en auge sobre las estadísticas actuales, grupos de investigadores en Asia, has presentado resultados esperanzadores en la posibilidad de un tratamiento médico que puede frenar el desarrollo de la miopía.

Estamos ante un nuevo tiempo médico oftalmológico en donde la consigna debe ser: STOP A LA MIOPÍA.

Con esta nueva terapia médica, basada en un colirio que se debe instilar en ambos ojos una vez al día, pretendemos ejercer control sobre la progresión de la miopía en niños y adolescentes.

Este tratamiento no tiene la finalidad de eliminar la miopía, ni tan siquiera, lamentablemente por ahora, estacionarla definitivamente. Pretende poner freno a su evolución, en menos dioptrías y en la ralentización de su evolución.

Hay que decir, que los ensayos realizados que han aportado esta nueva vía terapéutica, no son amplios, ni en número de pacientes monitorizados ni en tiempo de monitorización, por lo que los beneficios que realmente aporte, están realmente por descubrir.

También hay que decir, que de dichos ensayos, se conoce la existencia de pacientes "no respondedores" al tratamiento. Por ahora no conocemos cuales son las razones de esa "no respuesta" pero dada la prácticamente inexistencia de efectos secundarios generados por este tratamiento, en el Centro Oftalmológico Carballiño apostamos por el intento de control de la progresión de la miopía de nuestros jóvenes pacientes miopes.

Los efectos secundarios se producen en un 5% de los pacientes y son fotofobia leve, dificultad de lectura a distancias muy cortas y cefaleas. Todos ellos de intensidad leve, por lo que no suele ser necesario interrumpir el tratamiento.

Las cifras que aportan los resultados de dichos ensayos, son de una ralentización en suma de dioptrías en el 30 al 50% de los pacientes sometidos a tratamiento.

Los pacientes candidatos a este nuevo tratamiento son miopes de entre 6 y 14 años que hayan experimentado aumentos mayores a 0,5 dioptrías de miopía anuales. La duración del tratamiento es de dos años, prorrogable hasta un máximo de 5 años, al cabo de los cuales se deben realizar controles refractivos con regularidad para detectar posibles "rebotes" de aumentos refractivos de mayor cuantía que requieran reiniciar el tratamiento.

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